CON AMOR, KATHY

CON AMOR, KATHY

¡¡Muy buenos días a todxs!! Hoy, como cada lunes, seguimos con nuestra RONDA DE ENTREVISTAS A REFERENTES LGBTI. En esta ocasión, Daniela entrevista a Kathy (30, años), una mujer lesbiana, refugiada y empoderada. Activista LGTBI que ha roto todas las barreras y circunstancias en la vida. Extremeña de corazón y luchadora incansable por los derechos del colectivo LGBTI en todo el mundo.

 

Vienes de El Salvador, sabemos que las realidades de las personas LGTB en ese país son muy duras ¿cómo era tu vida como mujer lesbiana allí?
En El Salvador hay un serio problema con respecto a la vulneración de los derechos LGTBI: somos ciudadanos “de segunda”. No hay un lugar seguro para vivir nuestra orientación sexual de manera libre.
Mi vida desde la niñez fue marcada por abusos de mi propia familia. Mi propio padre, un homofóbico empedernido, en muchas ocasiones me dijo que tener un marimacho en la familia era la peor vergüenza. Me humillaba y discriminaba. Jugar al fútbol era un insulto, por lo que
muchas veces recibí golpes. Para él y mi familia siempre he sido un bicho raro: pecadora y desleal, hiriendo el ego de toda una familia “cristiana”, hasta el punto de obligarme a ir a un psicólogo para curar mi “enfermedad” y tener novio para poder cambiar de idea y que ellos se sintieran felices, siempre anteponiendo su reputación a mi felicidad como mujer lesbiana.

 

¿Por qué decidiste irte de El Salvador? ¿Por qué a España?
Cuando tenía 27 años mi situación empeoró: empecé a recibir amenazas por grupos terroristas, llamados Maras, quienes querían violarme entre todos en grupo para hacerme “mujer” y que sintiera lo que era estar con un hombre y así se me olvidaran las estupideces de
pensar en mujeres.
Decidí España porque era el único país donde podía viajar con mi pasaporte sin solicitar una visa, y a toda costa tenía que huir. Si me quedaba y me sometía iban a matarme y, simplemente, mis ganas y valor de seguir viviendo fueron más grandes. Pagué un boleto de avión sin retorno buscando una oportunidad de ser feliz, porque la tierra que me vio nacer me dio la espalda en todos los sentidos.

 

Una vez en España, ¿cómo fue el proceso para reconocerte como refugiada? ¿Te sentiste cómoda en todo momento?
Al llegar a España pedí respaldo en Fundación Triángulo, para que pudieran asesorarme de la mejor manera, porque yo no podía regresar a un lugar lleno de odio e intolerancia.
Al principio no fue nada fácil, porque la xenofobia está presente cuando eres una persona que llega a un lugar por primera vez y nadie te conoce. La gente me veía diferente por mi color de piel y mi físico, pero esa situación fue cambiando paulatinamente cuando yo empecé a
integrarme al entorno de mi nuevo hogar.

 

¿Por qué decidiste vivir en Extremadura? ¿Qué circunstancias te llevaron a Talavera la Real?
No elegí Extremadura, Extremadura me eligió a mí. Sea por el destino o sean las casualidades de la vida, una amiga de mi hermana estaba establecida aquí y fue la que me brindó ayuda para alquilar una habitación hasta que yo pudiera solucionar mi vida en España.

Y llegué directamente a la localidad donde resido, un pueblo de aproximadamente 6 mil habitantes, donde ahora con certeza puedo decir que es el lugar que me ha hecho feliz de todas las maneras posibles.

 

¿Como mujer lesbiana cuál es la principal diferencia que has encontrado entre tu localidad natal y Talavera la Real?

Como mujer lesbiana, en mi pueblo en El Salvador, no podía caminar libremente, vestirme como me sintiera bien, incluso tomar de la mano a mi novia, porque los ataques y acosos eran constantes. Tenía que reprimir mis sentimientos y permanecer en el anonimato para evitar salir salpicada y que me lastimaran.
Aquí, las cosas no tienen punto de comparación, simplemente porque tal ha sido la convivencia con todo el pueblo que me saludan y no tengo por qué esconderme de nadie aun sabiendo que soy lesbiana. Puedo ir con la ropa que yo quiero y a nadie le interesa porque aquí todos van a su bola, te respetan en ese sentido.

 

¿Cómo es ser una mujer lesbiana refugiada y racializada en Extremadura? 

Buena pregunta. La mejor respuesta es que Extremadura me ha devuelto las ganas de vivir. Su cultura, su dialecto, sus costumbres… han sido un cambio positivo a mi vida donde he encontrado la comprensión y el amor que tanto había anhelado, porque me aceptan tal como
soy. Amo esta tierra. Aunque no me haya visto nacer la siento tan mía que ahora soy feliz de poder construir un futuro y toda una vida aquí.

 

¿Qué tal te acogieron en Talavera la Real? ¿Cómo fue reconstruir tu vida en un lugar nuevo?
El destino tenía preparado el mejor regalo, uno invaluable: Mi Familia y amigos de verdad. Con todo su afecto y aprecio han hecho que este tiempo yo pudiera ir sanando poco a poco tantas heridas del pasado, al brindarme apoyo emocional total e integrarme de la manera más espontánea y maravillosa… Sentir ese calor del cual estuve cohibida tantos años me ha cambiado radicalmente.
No siempre fue fácil porque muchas noches lloré desconsolada, buscando respuestas, pero con el tiempo han ido llegando y han sido las que me han impulsado a reconstruir una vida desde cero, sin estereotipos y, sobre todo, sin miedo.

 

Actualmente estamos viviendo muchas situaciones de acoso hacia las personas LGTB+ ¿Cómo estás viviendo personalmente esta oleada de violencia?
Me da mucha rabia que se den estos casos porque no afectan a una persona, tocan el núcleo de toda la comunidad LGTBI, de todo un país, pero pienso que es un motivo para seguir constantes en la lucha, y seguir defendiendo nuestros derechos y no dar ni un solo paso atrás, decir a todos: ¡¡¡Ehhhh!!! Yo tengo los mismos derechos, soy libre porque el amor es amor desde cualquier punto de vista, y necesitamos más empatía y tolerancia para cambiar las mentes de los que se rehúsan a aceptarlo.

 

¿Qué le dirías a una mujer de El Salvador que se encontrase en tu misma situación?

Que por ningún concepto se dé por vencida. Por más difícil que parezca todo y creas que no hay una salida, tienes que buscar el valor que hay en ti como ser humano, porque nadie tiene el derecho de imponerte reglas que vayan contra tu naturaleza. El miedo es el peor enemigo, pero no estamos solas: en el mundo hay un arco iris donde somos más fuertes, porque somos una familia con principios y valores que van más allá de cualquier mente retrógrada y machista.

¿Qué echas de menos de El Salvador? ¿Qué cosa de aquí no cambiarías por nada?
Su gastronomía, a veces sigo extrañando mucho los platos de mi país (pupusas, principalmente, la comida típica)
No cambiaría por nada la felicidad de haber encontrado una familia que ahora es lo que más me llena como persona, porque han estado justo cuando más lo necesitaba, y eso es lo que me impulsa a despertar cada día y sonreír y decir: ¡Jooooodeer! La vida es demasiado bonita y, si tienes con quienes compartirla, ¡mucho mejor!

En Extremadura nadie sobra, y ahora me siento una extremeña más que ama y disfruta el hecho de ser libre, de poder empoderarme y decir: gracias, vida, gracias destino, por traerme al mejor lugar y poder encontrarme conmigo.

Con amor, Kathy

 

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