PAQUITA

PAQUITA

Hace muchos años había una persona cuyos padres llamaban Paquito. Pero Paquito no era su verdadero nombre, sino Paquita.

En ese pueblo todos le llamaban Paquito, pero ella sabía que era Paquita. Y sus amigas también lo sabían. Y por eso la llamaban pues como era ella, Paquita.

Paquita, aun sin tener mucho dinero y vivir con dificultad, era una persona alegre y vivaracha, que alegraba el día a todo quien conocía. Era una señora que cuando abandonó su hogar trabajaba limpiando las casas de los señores como una mujer más.

Paquita, además, era muy coqueta. Le gustaba mucho vestir con faldas de estampados de animales y llevar blusas de colores vibrantes. Unos tacones que estilizaran sus piernas y un pintalabios rojo que no pasaba desapercibido. Sus amigas le regalaban las faldas que ya NO necesitaban, o vestidos, o zapatos. A Paquita le encantaba la ropa y la aceptaba con mucho gusto.

Cada día subía al autobús con el resto de mujeres del pueblo, cada día limpiaba como una más y cada día volvía a casa tan guapa como salió.

Paquita conoció a una mujer, a su mujer. Las dos empezaron a vivir juntas, y al igual que Paquita, ella también era muy coqueta. Ambas se intercambiaban las ropas: un día una con la falda de leopardo y la otra con la de cebra. Un día una llevaba los tacones rojos y la otra los negros. Un día una llevaba el pintalabios de la otra aunque no fuese porque se hubiese maquillado esa mañana.

Han pasado los años y Paquita sigue siendo Paquita. A lo mejor no tan joven o tan coqueta, pero sigue siendo Paquita. Y Paquita existe. Pero existe de verdad. Paquita no es un personaje que yo me haya inventado para darte esperanza a ti. Paquita es una mujer que a día de hoy sigue viviendo en Montijo, con su esposa y que seguramente siga guardando con mucho mimo las faldas de leopardo que le regalaron mi abuela y sus hermanas. Y seguramente se haya comprado más de una por su cuenta.

 

————— NIEVES —————

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