ETAPAS DE TRANFORMACIÓN

ETAPAS DE TRANFORMACIÓN

Desperté sobre el frío suelo del salón. Me dolía todo el cuerpo y notaba un fuerte escozor en el cuello. Miré al reloj, marcaba las siete. El sol entraba por la ventana. No recordaba nada del día anterior. Ya en pie me dirigí a la cocina y me preparé un tazón de cereales. Cuando lo terminé, me di cuenta que no me había saciado en absoluto. No me preocupé por ello y subí a mi cuarto a por la mochila. Comprobé que portaba los libros correctos y antes de salir eché un vistazo a la casa. Se veía muy vacía sin mis padres, pero ellos estaban continuamente viajando por cuestiones de negocios y me había acostumbrado a esa especie de soledad. De camino al instituto volví a sentir esa sensación de escozor en el cuello. Me dio miedo y empecé a hacerme preguntas. ¿Por qué tenía tanta sed? ¿Qué pasó el día antes? ¿Por qué no me acordaba de nada?

Deseché todas las preguntas que pasaban por mi cabeza y atravesé la puerta del instituto. Iba hacia el baño con la mirada fija e ignorando todo a mi alrededor.
De repente noté como alguien me sujetó del brazo:

-¿Dónde vas tan deprisa?¿No sabes que es de mala educación no saludar?

Era Valerie. Mi mejor amiga y la persona que más amaba en este mundo. La única persona que no me rechazó cuando salí del armario el curso anterior. Sin previo aviso me abrazó y un atisbo de la realidad que se avecinaba cruzó por mi mente. Olí como circulaba la sangre por su esbelto cuello. Tenía sed, sed de sangre. La bestia de mi interior gritaba:

<< …¡Muérdela!…>>
<< …¡Muérdela!…>>

Todavía conservaba consciencia suficiente para luchar contra el instinto. La misma consciencia que me recordaba una y otra vez la promesa que me había hecho:

-«Si la quieres, confórmate con su simple amistad y no te arriesgues a perderla para siempre»

Recordaba perfectamente como había escrito esa frase y la había guardado en el cajón del escritorio para no olvidarla jamás. Y lo que más deseaba en estos momentos era no olvidarme de la promesa, lo deseaba más que su sangre.

Abrí los ojos. ¿Cómo podía estar pasando aquello? No a mí. Me solté bruscamente de sus brazos, corrí hacia el baño y me encerré. Valerie me siguió y empezó a aporrear la puerta:

-¿Estás bien? ¿Qué te pasa?

Algo se revolvió dentro de mí. Me giré y me miré al espejo. Entonces los vi. Dos afilados y relucientes colmillos asomaban por mis labios.

-¡Sal de ahí! Me estás asustando…

-» No hay vuelta atrás, ya me he transformado», pensé.

Valerie continuó aporreando la puerta. No tenía otra opción, así que abrí la puerta.
Ella vio los colmillos. Me miró durante unos largos minutos. Abrió la boca para decir algo:

-No me importa…, susurró con una voz apenas audible.

Por el tono supuse que aquello le daba tanto miedo como a mí.

-Pero, ¿es que no lo entiendes? Soy un peligro para ti, ya no estás segura a mi lado.

-Me da igual.

-Pero a mí no, porque te quiero, joder. Siempre te he querido y siempre te querré. No puedo soportar hacerte daño, no puedo soportar que estés con un monstruo. Y tampoco soportaría ver como nos mirarían por ser dos chicas…

Acababa de romper mi promesa. Todo mi mundo se había venido abajo en cuestión de horas. Valerie me miraba sin articular palabra, directamente a los ojos. Cuando me quise dar cuenta su rostro estaba tan cerca que pude notar su respiración agitada. Valerie se inclinó, la distancia se redujo a la nada y nos besamos intensamente. Ella lo empezó y ella lo terminó, se separó un poco de mí y me susurró al oído:

– Hazlo…

Fue entonces cuando comprendí que sería mía para siempre y mis colmillos se acercaron peligrosamente su cuello.

 

———- BLANCA ———-

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