¿Diversidad o salva-vidas?

¿Diversidad o salva-vidas?

En el día de la visibilidad Trans* quería comenzar hablando de aquello que nos define, las etiquetas. Muchas personas que están en contra de las etiquetas no son individuos que no se identifiquen con ellas, sino más bien encajan perfectamente, más bien parten de una situación de privilegio y les estorban las etiquetas de los demás. Están acostumbrados a su etiqueta como referente, y nunca han tenido que usarla para la consecución de sus derechos, para existir. Nunca han tenido que pasar por un psiquiatra para intentar convencerles de su identidad, o pedirle a un juez que les permita ser quienes son y con ello enmendar el error que la sociedad ha cometido obligándoles a encajar en un género que no les corresponde. Nunca les han tirado piedras o golpeado en un sitio público por llevar ropa del “sexo opuesto”. Nunca un familiar les ha agredido o les ha dejado en la calle. Nunca se han reído de ellos en el registro civil, han pensado que usaban un DNI robado o han llegado a recurrir a la prostitución como única forma de subsistencia y como único medio económico para conseguir un “cambio de sexo” … Todas estas son situaciones que lidian las personas Trans* diariamente, así que no, no somos iguales, somos diferentes. 

Para suprimir las etiquetas primero hay que suprimir las desigualdades, y ocurre que muchas personas que quieren suprimir lo primero mientras perpetúan lo segundo. ¿No será que conviene mantener las cosas fáciles a los que siempre lo han tenido fácil? Maldito status quo, primero nos obligan a encajar en la norma y después nuestra identidad “sobra” por ser “la de unos pocos”. Sienten que todo se tambalea y que tal y como entendíamos el mundo es una absoluta mentira. Representamos una ruptura de lo establecido que supone desmitificar los roles de género, la percepción de los cuerpos, incluso de los ámbitos de conocimiento (biología, psicología, medicina…) y eso genera incertidumbre, miedo y en consecuencia odio.

En definitiva, mi etiqueta me da visibilidad. Gracias a ella hay leyes, hay derechos, hay vidas. Hoy en día, vivimos una falsa diversidad o “diversidad de los privilegiados”. Está de moda ser diferente, siempre y cuando encajes en el molde, un molde donde solo entran algunos, quizás la mayoría, pero no todos. Las personas Trans* con nuestra lucha hemos conseguido hacernos un pequeño hueco en la sociedad (un hueco que nos asfixia) y para ello, tenemos que hacer sacrificios de todo tipo. Se nos permite a las personas Trans* existir siempre y cuando entremos en el molde cis-normativo: o eres hombre, o eres mujer. Y con ello, un cuerpo determinado. Nos alegramos al pensar que todo está avanzando, pero ¿qué es avanzar?, ¿Es transmitir a los niñxs Trans* que sus cuerpos deben ser modificados para ser “normales” y que hay un amplio abanico de operaciones a las que recurrir cada vez más jóvenes (bendito negocio capitalista y sus operaciones quirúrgicas de innumerables cifras de dinero), cuando…ni si quiera han experimentado su sexualidad? ¿No sería mejor que estuvieran en un entorno que favoreciese la autoaceptación de sus cuerpos, y se tomase la vía médica como opción complementaria? Solo hace falta escuchar a los jóvenes Trans* que aseguran desesperadamente que, si fuera por ellos, cambiarían su fisionomía de arriba a abajo, en definitiva, quieren ser otras personas, y con ello, dejar de ser Trans*. A poder ser “los más cis”. Y les estamos reforzando ese pensamiento, esa falsa esperanza de que algún día despertarán y no parecerán ni serán, lo que son y parecen. Tenemos que aprender aceptar lo que somos y trabajar dentro de nuestras posibilidades, y en el camino enorgullecernos de ello. 

Por último, quiero hacer un llamamiento para recordar todo lo que hemos luchado, de dónde partimos y qué queremos conseguir como remedio para dejar de ser algo que no somos, porque la peor parte no es engañar a los demás, si no intentar engañarse a uno mismo. Debemos luchar para honrar la memoria de los que han sacrificado sus vidas para que hoy podamos simplemente existir. Debemos luchar por los que nos acompañan en el camino ya que, no olvidemos que somos de los colectivos con mayor índice de suicidio, exclusión social y laboral. Debemos finalmente, luchar también para allanar el camino a los que están por venir porque siempre va a haber gente dispuesta a hundirte, discriminarte, asesinarte por tu condición. Luchemos, por la visibilidad Trans*.

Gracias a Fundación Triángulo por iluminarme el camino,

Alaine Álvarez

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